Calabazas

La calabaza es una cosa que sólo sirve para hacer dos cosas: crema y figuritas. Anoche fue Halloween y todo era horripilante. Se pueden tomar posturas muy bien definidas con este tema. Una señora dice que es una fiesta «de los americanos» y no debe celebrarse aquí (mientras tira la lata de Coca Cola con sabor a mantequilla de cacahuete  a la basura). Otro lleva nueve años organizando una fiesta en su casa para celebrarlo, los disfraces cada año son más espectaculares y absurdos, una vez pillé en el baño a Julio César zombi haciéndoselo con Bridget Jones; todo le fue bien hasta que el año pasado conoció a la que hoy es su novia, una estúpida y recalcitrante niñata que nos pone a todos muchísimo. Luego están los padres que se quejan porque tienen que conseguir otro disfraz para el niño y después suben cincuenta y siete fotos a Facebook, las chicas que aprovechan para disfrazarse de putas disfrazadas, los hombres que piensan que con el disfraz de Joker están más guapos (y no, por mucho que nos excite Joker si eres feo estarás más feo disfrazado de un poco higiénico y sociópata payaso ), el chino que ha monopolizado el negocio, el matrimonio de ancianos que se indigna cuando ve entrar en el restaurante a unos chavales con la cara blanca que quieren comprar tabaco, la muchacha disfrazada de enfermera que se sube en el metro a las nueve de la mañana, no ha ligado y se está dando cuenta de que no le gusta al fulano de turno. Yo no puedo dejar de cantar villancicos y la cama se vuelve hostil a partir de las siete de la mañana. Me cuentan la historia de un abogado norteamericano que yace bajo una lápida que reza «Te dije que estaba enfermo». Me gusta la gente que le resta importancia a las cosas importantes, lástima que ya no pueda conocer al tipo.  Las resacas saben igual ayer que mañana, todo es intoxicación. Disfruten de la fiesta.