Si sueño con mujeres

Hay mujeres que me pertenecen en sueños, no aspiro a ellas ni siquiera creo que sea un planteamiento realista, gozo al fantasear con caderas, miradas, voces y gracia. La gracia de elevarse por encima de lo que nos rodea.
Vamos a exponer un poco mis apetitos más íntimos y refinados aceptando que mis mujeres especiales pertenecen a este club por una serie de factores abstractos e incoherentes pero que quede claro que estoy dispuesto a batirme en duelo con cualquiera que las denigre.
Hay más, por supuesto, y algún día hablaremos de ellas. Se aceptan sugerencias.

Scarlett Johansson

Creía que lo que lo mejor de ella eran los labios hasta que vi Her y me centré en su voz gruesa, una voz de voluptuosidad y diversión que me dejó fascinado. Scarlett me gusta por aquél traje de baño en Scoop, por aquellas bragas en Lost in Translation, porque es zurda, Rebecca en Ghost World. Es una mujer valiosísima porque demuestra que es una falacia esa frase recurrente de que a los hombres sólo nos gustan delgadísimas; y son sus caderas, esas caderas de piel blanca que ejercen de contrapeso moral a sus pechos como se compensan Roma y París en el imaginario europeo.

Keira Knightley

Una sonrisa ocultista y sofisticada con unos colmillos que te hacen pensar que cualquier momento puede romper en vampiro. Keira era aquella monada a la que Andrew Lincoln se declara sin hablar, utilizando música y cartulinas en Love Actually. Elisabeth Bennet culta y sagaz. El anuncio de Chanel que te deja inmóvil en el sofá a la espera de que entre por tu ventana, nunca lo hará.
Miro mucho sus hombros que parecen hechos por un orfebre usando lentes de aumento, lo fascinante son las lineas que no son rectas que viajan en dos direcciones desde el vértice de sus hombros hacia el cuello que huele a Chanel y hacia sus manos que igual sostienen un libro que un arma.
Tengo la sensación de que espera su gran papel y lo hace con paciencia. Mientras eso llega puedo jugar con los tirabuzones que tan bien le otorgan la dignidad de la película histórica, que tan graciosamente le acarician las mejillas.

Rosamund Pike

Se incorpora a este grupo tras el visionado de Perdida, la última película de Fincher. Se ha convertido en un mito porque esos ojos tienen una mirada dentro que yo sólo había visto en los documentales de leonas de la 2. Era la Bennet guapa en Orgullo y Prejuicio pero te olvidabas de ella antes de acabar la película, Andromeda en una mala versión de Ira de Titanes. Hay muy poco de su carrera que me interese pero no importa el pasado si nos regala esa escena de la ducha, para qué queremos una bañera que acumula mentiras si es la verdad lo que buscamos. Con Rosamund Pike me pasa lo que a un amigo con una novieta que tenía: empezó con ella por aburrimiento, no le hacía caso entre semana y decía que quedaba con ella por no tener otra cosa que hacer; pero el día después de follar juntos él le propuso ir a su casa a conocer a su familia. Ella deslumbró al hombre y eso es un poder que sólo tienen algunas personas. Yo quiero invitar a desayunar a Rosamund pero no creo estar preparado para darme esa ducha.

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Qué hacer para molar en Navidad

He querido ser prudente pero ya no hay excusa. Puedes encerrarte en casa y apagar la televisión, tirar por la ventana el transistor si eres lo suficientemente guay como para tener uno (pero únicamente en plan vintage), poner el móvil en plan vuelo para no recibir whatsapps, cerrar y sellar las ventanas para que no entre ningún sonido de la calle pero no conseguirás evadirte completamente de la Navidad porque tu plan tiene grietas. Habrá una llamada de mamá para preguntarte si necesitas calcetines, un colega gritando desde el otro lado de la calle si te apuntas a la cena navideña, un Corte Inglés se cruzará en tu camino justo en el momento en el que esos diabólicos muñecos dancen al ritmo de «Cooooortilandia, Cooooooortilandia» como si eso fuera el parque de atracciones de Pica y Rasca y al colocarte bajo esos luminosos estuvieras listo para que una lluvia de sangre cayera sobre ti culminando la ceremonia de iniciación. Es Navidad y no puedes evitarlo así que he decidido enseñarte qué hacer y qué no hacer para no dar asco.

1. No te disfraces.  Soy muy partidario de los disfraces pero no de los navideños, nadie está bien disfrazado de Papá Noel, ni siquiera de Papá Noel sexi: Papá Noel es un viejo gordo con nariz cirrótica que vive en la nieve con su señora y muchísimos duendecillos (hay que aclararse: si Legolas es un elfo esos esclavos sin gracia no pueden serlo). Sólo es admisible el disfraz si te piden que vayas de Rey Mago en la cabalgata. En ese caso pídete Baltasar y habla con acento cubano: nunca lo he entendido pero ya estamos acostumbrados a ese estereotipo tan raro y además,qué cojones, tiene mucha gracia.

2. Come mucho. En Navidad está permitido hacer el mal y hay que darse los cumplidos homenajes. No importa que ayer comieras el cordero que preparó tu abuela, hoy puedes con esa fiduá. También se puede uno atiborrar de polvorones, mantecados, turrón a voluntad pero conviene hacerlo en privado. Si lo haces solo pero escuchando All by myself de Celine Dion tienes que dejar de comer chocolate inmediatamente y hablar con alguien.

3. No se intenta emborrachar a la abuela. Sé que los nietos tienen curiosidad por ver a la yaya tontuela pero no es gracioso. Es una señora que no bebe nunca y pide el café descafeinado corto de café porque dice que la altera así que no hay que insistir en que se tome la copa de vino.

4. Canta villancicos. Muy alto, en cualquier momento, si no te sabes la letra la inventas o tarareas. Son admisibles casi todos pero no serás igual de molón si cantas Los peces en el rio Sleigh Right porque no eres Raphael. Nunca lo serás, olvídalo, ni lo intentes. Los que no cantan son peores que los que cantan y eso ha sido así de toda la vida (menos Pitbull).

5. No vayas a la Plaza Mayor de Madrid. Ahí no hay nada que no puedas conseguir en otro sitio salvo una serie de artistas callejeros que disfrazados de muñecos adictos al crack harán que tu paseo por la zona se transforme en una visita aldentista al que le debes dinero acompañado por Bukowski. Miedito. Hay mucha gente y la mayoría está tan asustada como tú. No te gustan las caricaturas, el globo de Pikachu desinflado parece el condón usado por Montgomery Burns, una pareja se hace una foto selfie  queriéndose muchísimo mientras un espabilado le mete a ella la mano en el bolso, Felipe III sonríe desde las alturas porque de los miles de galopines que pueblan la plaza ninguno puede timarle, ya no hay oro del Perú. En fin, no vayas.

6. Queda con tus amigos. Da igual que la Navidad te la repanfinfle. Ver a tus amigos es algo que hay que hacer todo lo posible y estas fechas son una excusa maravillosa. Tenemos que vernos por Navidad y si es posible para cenar.

7. No vayas a cenas de Navidad

8. Organiza COMIDAS de Navidad. Las comidas son las nuevas cenas y eso es un hecho incontestable. Quedar a cenar con los amiguetes es la coartada que quieren los más amargados para terminar de comer lo antes posible e ir a ligar a un pub porque normalmente sus mujeres o sus novias no les dejan salir. Es una inercia muy parecida a la de las despedidas de soltero de las que ya hablaremos. Nos centramos en la comida de Navidad: es perfecto. Es de día, hace frío, llegas al restaurante tensión del trabajo y pides la primera cerveza. Sólo pueden hacerse de lunes a jueves. El sitio debe ser de confianza, un reservado a ser posible y con sobremesa hasta que anochezca. Si después  de horas de copas, historias, chistes y villancicos vuelve a picar el gusanillo es muy elegante pedir la cena. Si haces eso molas.

9. No te quedes todas las Navidades en casa. Hay que moverse al menos tres días, los que esquían a esquiar, está claro. Nueva York es lo más navideño que tenemos integrado en nuestro subconsciente pero si tienes menos días o no quieres cruzar un océano puedes pasar unos días en Madrid. En ese caso NO VAYAS A LA PLAZA MAYOR.

10. Tienes que ver Love Actually. Tienes que cantar All I want for Christmas is your, enternecerte con ese monísimo niño huérfano, imitar el baile de Hugh Grant, querer una boda como la de Keira Knightley aunque no vayas a casarte, reverenciar a Alan Rickman y Emma Thompson (si realmente hubieran engendrado un ser estaría llamado a dominar el mundo con sarcasmo y elegancia). Hay que ver Love Actually porque «to me, you are perfect».  Ya sé que la película sólo tiene 10 años, que estaban antes ¡Qué bello es vivir! o Willow  pero es como decir que lees a Holden Caulfield (http://manual-de-un-buen-vividor.blogs.elle.es/), todo el mundo tiene que hacerlo o al menos fingir que lo hace.

11. No digas «Felices Pascuas». Quedas mal, es como celebrar el Yom Kippur el día de San Juan. En Navidad nace y en Semana Santa muere. No se pregunta en un velatorio cuánto ha pesado.

12. Hay que leer el día de Navidad. Si es posible junto a la chimenea aunque no es imprescindible. Puede ser Dickens, Cicerón George Keaton, el que más apetezca pero lee un rato.

Feliz Navidad